Hasta dentro de diez meses
(EL CORREO 25-08-2009)
333 niños afectados por la catástrofe de Chernóbil regresan a casa tras pasar el verano en Euskadi con familias de acogida
Con lágrimas en los ojos, emotivos abrazos y numerosos besos. Así se despidieron ayer en el aeropuerto de Loiu los 333 niños de Chernóbil que han disfrutado del verano en compañía de familias vascas y que regresaron a sus casas en dos vuelos, a las nueve de la mañana y a las ocho y media de la tarde. El programa de acogida temporal, que se realiza cada año desde 1996, permite que menores de entre 6 y 17 años viajen a Euskadi para reconfortar su salud, ya que esta ciudad ucraniana sufrió un grave accidente nuclear en 1986, cuyas consecuencias aún hoy perduran para sus habitantes.
«El objetivo es que los niños pasen dos meses -desde el 22 de junio al 24 de agosto- fuera de sus casas y de la contaminación. En verano es cuando más radiación hay», aseguraba Marisa Arizmendi, voluntaria de la Asociación Chernóbil, en la zona de embarque del aeropuerto de Bilbao. Los promotores de la iniciativa preparan cada año más de 20 actividades para que los pequeños disfruten de sus vacaciones: educación vial, visitas a museos y excursiones de fin de semana, entre otras. Es habitual que las familias repitan la experiencia. «La idea es que se continúe en el mismo entorno para que no cambien las costumbres del niño. Si no, sería un caos», añadía Arizmendi.
«Le coges cariño»
Maksym, de 8 años, ha pasado su tercer año en Euskadi. «Nos da pena la despedida pero asumimos que se tiene que ir y volverá el año que viene», confesaba su ‘padre’ de acogida, Jesús Arbe. El hombre se felicitó porque el niño ha mejorado su aspecto físico, ha aprendido a nadar, andar en bicicleta y ha pasado los dos meses en la piscina y en las playas de Hendaya y Benicassim. «Está tan contento con nosotros que pidió permiso para quedarse hasta la Navidad». Para Maksym lo peor de España son los deberes. En cambio, le encanta el fútbol. «Cuando sea mayor va a ser jugador del Osasuna para que el Athletic no nos lo pueda quitar», bromeaba Arbe, aficionado al club navarro.
Para la niña Irina, también de 8 años, ha sido la segunda vez que ha acudido a la casa de Susana Soto. «Nos apetecía que pasara el verano con nosotros porque es una experiencia interesante y tenemos a una hija de 9 años, que se llama Leire, con la que se lleva muy bien», manifestó la mujer. Para los participantes en el programa, los beneficios de la estancia de los niños en el País Vasco son evidentes: «Irina llegó tosiendo pero se le pasó en una semana». La pequeña estaba ayer triste: «Me da pena irme. Lo que más me gusta es mi familia de acogida, jugar al ordenador y bañarme en la playa».
La mujer de Juan Ignacio Ganboa siempre había tenido ganas de participar en la propuesta solidaria. «A la niña le coges cariño y al final es una más de la casa», declaró ayer este hombre, después de que la pequeña Luda, de 8 años, se sumara al grupo para el embarque. «Buen viaje», fue entonces la frase más oída. Para muchos serán ahora 10 meses de espera: «Agur cariño, hasta el año que viene».