Al mal tiempo, buen libro

(Blogs El Correo 07-11-09)

Era una tarde lluviosa, de esas que lo único que te apetece es estar tumbada en el sofá con una mantita y leyendo un buen libro. En ese momento, me acordé que en Bilbao tenía lugar la XXXI Feria del Libro Antiguo y de Ocasión inaugurada el pasado 31 de octubre y que se podrá visitar hasta el 16 de noviembre, en horario de 11:00 a 14:00 y de 17:00 a 21:00 h. Así que decidí, junto con dos amigos, dar una vuelta por los numerosos stands que están situados en el paseo del Arenal.

Allí te puedes encontrar libros de todo tipo: cómics, novelas, libros de cocina, biografías de grandes autores, libros de viaje, científicos, literatura infantil y juvenil, etc. Pero la ventaja es que los puedes adquirir a buen precio, ahora que estamos en crisis. Otro aspecto que me gusta de los libros antiguos es el tacto tan especial de sus hojas.

Cuando llegamos al Arenal, pregunté en un stand si había algún libro que hiciera milagros, a lo que me contestó uno de mis amigos: “Sí, el último que quedaba me lo llevé el día anterior”. “¡Vaya, justo ése era el libro que necesitaba”, bromeé.

Después de estar una hora viendo los stands, me llamó la atención encontrar unos libros que leía de pequeña. Esos que te dan la posibilidad de leer una aventura diferente dependiendo de la página a la que quieras saltar. También me fijé en un libro que te explicaba cómo redactar tu curriculum, muy útil ahora que estoy buscando trabajo. Pero al final, decidí comprarme un clásico “Los amantes de Teruel”, de Juan E. Hartzenbusch. La verdad es que ya en la universidad, el querido profesor de Literatura, Félix Menchacatorre, nos habló de la obra y siempre me lo había querido leer.

Los amantes de Teruel

Cuenta la leyenda que a principios del siglo XIII vivían en Teruel los jóvenes Juan de Marcilla e Isabel de Segura. El trato que mantuvieron desde la infancia, se convirtió en un amor mutuo; entonces Juan solicitó a D. Pedro Segura, padre de Isabel, la mano de su hija. Éste, aunque apreciaba la nobleza, le rechazó excusando su escasez de fortuna por tener hermano mayor que heredaría a su padre, en tanto él podía dotar a su hija con generosidad. Entonces Juan pidió a su amada un plazo de espera para lograr la hacienda necesaria al deseo de su padre; Isabel le concedió cinco años y él partió a la guerra.

Cuando Juan regresa se entera de que Isabel se había casado con otro hombre, va a su encuentro y le pide un beso a su amada pero ésta se lo niega porque está casada. Cuando oye esto, Juan cae muerto a sus pies. En su entierro, Isabel le descubre su cara y le da un beso que le negó el día anterior. Además, se queda reclinada hasta que el momento de empezar el entierro fueron a apartarla, vieron que Isabel no obedecía a los ruegos para que se retirase porque estaba muerta. Ante el asombro de los presentes y después de que el novel marido contara lo ocurrido, se decidió enterrar juntos a los dos amantes que tan desdichados habían sido en vida.

¿Cuántos casos parecidos al de Juan de Marcilla e Isabel de Segura habrán pasado desde entonces? ¿Hoy en día la gente es capaz de morir por amor?

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